viernes, 25 de enero de 2008

A CIELO ABIERTO





El reluciente pájaro se estremece al sostener tan prolongado choque con la densa pared nubosa que se extiende a lo largo de la ruta. El tremendo ajetreo trae a mi conciencia la fragilidad de mi vida y la del precioso capullo de metales, polímeros y fibras que me envuelve. De momento se debe mantener la misma altitud para no afectar al tráfico pesado, luego podremos agregar varios miles de pies a la distancia que separa del suelo al bimotor y a las almas que cruzamos, en el, este limbo amorfo.


El viento aplasta las pequeñas gotas de lluvia contra las transparencias de este agobiado aparato, obligándolas a esparcirse bajo su enorme presión; está demás poner a funcionar los limpia brisas, la visibilidad igual seguiría siendo cero.
El momento de encontrarnos con el cielo abierto por fin llega, el techo gris y lluvioso ha quedado atras, y con la visión encantadora de este inmenso azul, se asoma desde los confines de mi alma un sentimiento sublime y el pensamiento que le acompaña es inevitable: ¿Porqué suelo olvidar que sobre el estrato tormentoso que rodea con tanta frecuencia la vida, se abre invariablemente un cielo diáfano, dotado de tan extraordinaria belleza?


Pronto habrá que iniciar el descenso; se hará necesario penetrar nuevamente ese caótico espacio, el instinto de supervivencia me jugará de nuevo sus consabidas bromas, sudaré copiosamente sus fríos, pensaré intensamente en las personas que amo y le daré gracias a Dios porque siempre hay tormentas, como ésta, que tienen el poder maravilloso de condimentar tan sabrosamente hasta la más intrascendente vida.


martes, 8 de enero de 2008

LADY D´ARBENVILLE



¿Que ya la oí cuántas veces? No importa, quiero oírla una vez más; "On the radio" de Dona Summer, esa es la canción que sonaba en la navidad del 80, 00:05 a.m. el momento exacto en que me cambiaste, no por él -eso lo hubiera comprendido- sino por la riqueza. La escucho de nuevo y no siento nada, ningún dolor o tristeza, sólo el recuerdo de lo que, por fortuna, nunca llegó a ser. "La ciudad de los vientos" y algún apartamentito de renta se quedaron sin nosotros, qué remedio... ¿Pero nuestros sueños?... ¿Donde quedarían nuestros sueños?

La noticia no me alegró en ningún momento, sin embargo debo confesarte, amiga mía, que al enterarme, me sentí como si escuchara una vez más "On the radio": sin ningún dolor o tristeza. Seguramente lo mío no era más que un capricho, como solías decir... Pero lo tuyo, mi "Lady D´arbenville" ** ¿Que fue lo tuyo?

Sobre tu tumba, a la distancia: el perdón, el olvido y una flor.


**Lady D´arbenville es una canción de Cat Stevens cuyo título he tomado para este post.