martes, 4 de diciembre de 2007

FUE INEVITABLE AMARLA

Un bote de remos y el lago de Amatitlán (en las afueras de ciudad de Guatemala) atestiguaron nuestra primera cita. (fantástica foto tomada a orillas de ese lago, por Villa Sams)

Que preciosa, inteligente y detestable me parecía ella. Se sabía mujer bonita, y como tal se comportaba; su figura, totalmente irresistible, me dejaba literalmente sin aliento; su rostro armonioso y su cabello color de trigo, me irritaban por ser tan bellos; pero eran esos ojos, con su mirada insolente, los que me atemorizaban: algo me decía que si no ponía cuidado iba a quedar irremediablemente atrapado en ellos.

Lo confieso: verla de cerca me ponía de mal genio, sin embargo esperaba con ansias el momento de recetarme “las peores pulgas” con tal de no negarle ese placer a mis ojos. Sin hacerme notar prestaba cuidadosa atención a sus movimientos, expresiones y detalles: me fijaba en sus zapatos, en los accesorios que usaba, en sus vestidos –y especialmente en lo que estaba contenido en ellos- Nunca entendí porque aplicaba mi más fina y maquiavélica técnica de conquista (la indiferencia), si a pesar de gustarme tanto, no quería nada con ella. No me agradaba, esa es la verdad, y lo escribo así, sin ninguna pena.

Una noche entre diciembre y año nuevo tomé la decisión de intentar sobrevivir, buscar tierra firme después de mi naufragio, darme la oportunidad de volver a ser feliz...... y pensé en ella. Me atreví a acercarme: la llamé, salimos algunas veces, compartimos nuestras historias, congeniamos, la pase maravillosamente...... me encantó por ser como era y no como la había imaginado. La noche en que nos hicimos novios, más que románticos fuimos honestos en cuanto a lo que sentíamos. Su sí, me llenó de esperanza, a su lado me sentí nuevamente vivo, y al besarla, de mi corazón surgieron tres palabras: “Será inevitable amarla”.

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