miércoles, 5 de diciembre de 2007

POR UN SUEÑO



Padeciendo del síndrome del “todolopuedo” había hecho, a muy temprana edad y en soledad, mi primer viaje a USA. Serían las nueve de la mañana cuando Carmen, camarera del hotel, llego a mi habitación para limpiar el lugar. Tímidamente se confesó paisana mía; me contó que no tenía "papeles", que era licenciada en administración pero que trabajaba de día en el hotel y por la noche en una factoría. La vida de Carmen en la alegre Miami podía describirse en tres palabras: triste, solitaria y estrecha. Su rostro pálido, demacrado y huesudo, dejaba ver el dolor que le causaban la distancia y la ausencia. En un gesto solidario le pedí que cada vez que llegara para hacer la limpieza, tomara lo que quisiera de la mini-refrí que estaba en mi habitación. Ella agradeció sentidamente mi oferta, pero nunca tomo nada. Lo único que pude hacer por ella fue traer, a mi regreso, alguna encomienda para sus padres, con quienes llegue a entablar una bonita amistad.


Varias veces visité a mi paisana en la Florida, llevándole desde cartas de su familia, hasta una caja con su pollo frito favorito. Carmen hizo grandes esfuerzos para aprender el idioma, tras años de vivir con el temor a ser deportada se acogió a una amnistía migratoria que le permitió la residencia legal; estudió mientras trabajaba, se casó con otro luchador como ella, obtuvo la ciudadanía, llego a ser administradora de varios hoteles, y un día regresó a Guatemala para llevarse con ella a esos viejitos que jamás desamparó. Carmen hizo lo que parecía imposible; realizó su más grande sueño.


Desde este teclado quiero expresarle mi respeto y admiración a Carmen y a todos aquellos que –parafraseando a Coelho- “tomaron la difícil decisión de abandonar, por un sueño, todo lo que habían obtenido”


2 comentarios:

SiDeRaL dijo...

Inspiradora historia. A veces uno quisiera que todo fuera fácil. Si así fuese, no alcanzaríamos satisfacción en nuestros logros y mucho menos motivación.

GUSTAVO A. ABRIL dijo...

Tienes toda la razón, lo que no cuesta no se aprecia. La historia de mi amiga Carmen ha sido una gran motivación para mi propia vida.

Gracias por visitarme.

UN BRAZO