miércoles, 19 de septiembre de 2007

20 y 13



La 20 avenida de Kaminal Juyu II, en la zona 7 de ciudad de Guatemala (ardiendo, como siempre)

A mediados de los 70´s, Sergio, Fernando y yo nos apropiamos de la esquina de la 20 y 13, donde nos reuníamos para hacernos los muy machos, escuchando música rock, fumando algún pitillo furtivo y diciendo toda clase de disparates. Evadidos y olvidados de casa, se nos dormía el sueño, mojado por el sereno de las vigilias que consumíamos entre bromas, ojos llorosos y estómagos partidos a fuerza de tanta risa. Qué bien la pasábamos en ese lugar, en nuestros años pubertos, a mitad de los 70´s, tiempo en que la vida aún era toda Peace and Love, los amores eternos se nos esfumaban en unas cuantas semanas, y las mejores bandas de rock se nos desbarataban una a una, dejándonos con un gemido ahogado en la garganta.

Algunas de esas noches fueron tristes: la decadencia del rock y el fin de la era de acuario nos partían el alma, sin embargo eran los amores juveniles, que no pasaban de largo sin darnos antes un buen zarpazo, los que golpeaban más duro la entraña. Cuando el sufrimiento arremetía contra alguno, permanecíamos leales y solidarios: nada de rock, y nada de bromas, y por respeto al doliente, solamente escuchábamos canciones como la “cortavenas” de Dany Daniel: “Por el amor de una mujer”, o cualquier otra de similar calaña.

Fernando y Sergio se casaron con sus “amores del alma” y siguen viviendo en el barrio; eventualmente nos cruzamos por la calle, cuando visito a mi madre. Fernando se divorció, pero parece irle bien con la venta de autos usados, negocio con el que adquirió un poco de “mala fama”. Sergio se dejó venir de Houston, para heredar el almacén que su madre, después de enviudar, logró levantar a pulso. Ninguno de los dos es lo que solía ser –sin duda yo tampoco lo soy- Fernando se ha convertido en un personaje esquivo y siniestro, y Sergio se olvidó de aquella tiendita de barrio que sus padres tenían, donde, aún siendo niños, los tres nos hicimos compinches ajustando monedas para comprar helados o intercambiando estampitas para completar algún albume.

Hoy -como “Los Beatles”-, por respeto al pasado, nos saludamos a distancia, apenas con un ligero movimiento de cabeza. Los tres sabemos que nuestra hermandad se desintegró como lo hizo la banda “Grand Funk Railroad”, y que nuestra amistad se diluyó, como le sucedió a los integrantes de “Creedence Clear Water Revival”; pero, caducas amistades y respetos aparte, los momentos, aventuras, alegrías, tristezas, y todas las demás cosas que vivimos juntos, seguirán para siempre allí, en la esquina de la 20 y 13 de Kaminal Juyú II, nuestro viejo barrio en ciudad de Guatemala.

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