jueves, 20 de septiembre de 2007

ALGIA DE PECHO




Confieso que me he enamorado demasiadas veces, pero juro que me sobran los dedos de una mano para enumerar a las mujeres que he amado de verdad. Durante mi primera inmersión profunda en ese abismo llamado amor, experimenté las más extrañas sensaciones: comportamiento errático, algún desorden alimenticio, necesidad obstinada de escuchar ciertas canciones como “El día que me quieras” con Roberto Carlos, y “The air that I breathe” de los Hollies y una ansiedad que apenas lograba apaciguar fumando obsesivamente. También padecí, además de insomnio recurrente, una peculiar molestia caracterizada por cierta algia focalizada en el pecho, que se hacía especialmente aguda cuando aspiraba profundamente, en otras palabras: “me dolían los suspiros terriblemente” .


Sufriendo tan desconcertantes síntomas, una mañana de marzo del 74, me senté en mi lugar secreto para hacer el inútil esfuerzo de estudiar alguna materia, y mientras mi mente se escapaba sin control por las veredas donde mi alma transitaba, en un pedazo llano de la corteza de mi querido árbol, escribí con un bolígrafo barato el nombre de ella.....lo hice poniendo todo mi sentimiento en cada letra; también gravé en mi mente la idea de que esa tinta, sólo se desvanecería el día en que mi amor por “My Puppy Love” llegará a su fin, pero corazón adentro, deseaba con todas mis fuerzas que eso no ocurriera nunca. Invariables ante las lluvias de un par de inviernos y algunos romances intranscendentes, tinta y sentimiento permanecieron tan vivos, aferrados a la corteza de un árbol centenario y a un alma fuerte que se negaba a olvidar a una mujer que era tan libre como el viento.


Sin embargo, recuerdo la sorpresa que me causó, en abril de 1976, llegar al lugar que por años fue el refugio de mi alma, para descubrir que la tinta con que escribí aquellas letras había desaparecido para siempre.......y que coincidencia: también aquellos extraños síntomas habían sido reemplazados por otros muy parecidos. Benjamín Disraeli dijo: "La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin". A mi vida habían llegado nuevas canciones; otro nombre y otro rostro habían ocupado (inmerecidamente y en mala hora), ese lugar tan exclusivo en mi alma y corazón.


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