Día gris y lluvioso, mañana de una noche desvelada y solitaria en este valle; tiempo para ver por mi ventana las imágenes de árboles verdes con hojas empapadas; visiones de techos que escurren como si lloraran y de charcos y riachuelos que hipnotizan la mirada y recuerdan la vida. “Dime amigo: ¿La vida es triste o soy triste yo?” preguntó Amado Nervo.
La melancolía que, en esos días en que cielos grises y lluvia fría, suele salir de su confinamiento para respirarse en la atmósfera y sentirse en los huesos, no quiere ahogarse en la taza de café que bebo de prisa, antes de salir de casa; pero no se irá con migo, porque esta vez no me sale de ningún lado llevarla.
Víctor Hugo dijo que “La melancolía es la felicidad de estar triste”. No dudo que, de tristezas y melancolías el hombre sabía mucho, pero de felicidades, parece que sabía muy poco.
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