jueves, 20 de septiembre de 2007

ENANOS DORMIDOS




Describir un sentimiento, por pequeño que sea, es una tarea monumental; he leído y escuchado a muchos poetas y trovadores, y estoy seguro de que ninguno de ellos ha quedado satisfecho tras enfrentarse a semejante reto.

Yo, más loco que músico o poeta, encuentro que cada sentimiento esgrime su propia espada, a veces sus hojas son frías y poco afiladas, otras son cálidas y cortan con gran suavidad y dulzura. Como le ha sucedido a cualquiera, mil espadas han atravesado mi alma; algunas lo han hecho varias veces, pero ninguna tantas como la tristeza. Su acero es helado y su sabor amargo; se desliza lentamente, desgarrando cada fibra y se fragmenta en mil pedazos mientras penetra, haciendo virtualmente imposible su extracción completa.

Las heridas sanan exteriormente, pero cada pedazo que ha quedado adentro permanece dormido, esperando su momento para castigar la entraña. Basta una canción, un recuerdo y a veces solamente una palabra para que el enano dormido se convierta en un “gigante despierto”. También comparo la tristeza con una enfermedad recurrente, y conozco muy bien su cura: otro sentimiento, uno diferente y nuevo.......otra espada enterrada en el alma.

Lo dicho: ni músico, ni poeta, pero de algunas cosas creo saber un poco.


1 comentario:

TEA CUP CLUB dijo...

me recordaste tanto a Mita con este escrito.

Besos