lunes, 8 de octubre de 2007

CAMINO ROJO



Qué tentación tan insoportable fue dejar el highway y aventurarme por ese caminito rojo que hoy recuerdo: serpenteante hasta donde la vista alcanzaba, flanqueado de verde pasto y de árboles frondosos, camionetas descoloridas, furgonetas viejas, tractores de granja y antiguos arados. Tan irresistible fue, como el deseo intenso de sentir en mi boca el amarillo sabor de esos melocotones que eran tan grandes como mi puño, y que se mostraban primorosamente apilados, rubicundos y alegres entre sus cestas, rodeados de margaritas y frascos de almíbar con moños de ceda, engalanando mesas que escondían su modestia vistiéndose de cuadros y flores silvestres.

También recuerdo aquellas manos con dorsos morenos y palmas muy blancas, adornadas de arrugas y caricias lejanas, que embellecieron con su anciana ternura la bolsa marrón que, por unos dólares y un beso en la mejilla, se llenó para mí de cariño, de sonrisas francas y de esos deliciosos frutos maduros que mordí con inmenso deleite, sintiendo en mi boca el inolvidable sabor de la bella Alabama.


No hay comentarios: